En el siglo XXI parece que es imprescindible tener WhatsApp, una cuenta en Facebook, varias en Twitter, en Instagram, etc. ¿Para qué tanto?
Pero esta obsesión por ser tan digital va más allá. Ya no basta con tener WhatsApp sino que sale una nueva app de mensajería instantánea como Line y ahora ya tenemos dos apps en nuestro móvil para más o menos lo mismo. Eso sin contar Facebook que es la red social más completa y no le falta mensajería instantánea.
O empezamos a ponernos de acuerdo con utilizar una app o ya mismo la batería del móvil no nos va a durar ni una hora. También la privacidad está en juego, nuestros datos están en manos de todos esos servicios y no tenemos control para tanto.
Es cierto que estos servicios y apps nos permiten comunicarnos de forma sencilla a la vez que son un entretenimiento. Pero es probable que haya gente que ni los quiera tener y esté obligado porque sino queda aislado de la comunicación del siglo XXI.
Hablamos de una comunicación masiva y excesiva. Tanta información no puede ser buena y esa necesidad compulsiva a compartir todo tampoco. Ya lo dicen los estudios, que cuanto más tiempo pasas en Facebook, más triste serás.
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