La aplicación de iBeer es el ejemplo de cómo una idea ingeniosa puede hacer millonario a un programador de apps en muy poco tiempo. Su idea de simular que bebemos cerveza gracias al acelerómetro del iPhone causó furor en 2008.
A nivel técnico, iBeer es muy sencilla: el acelerómetro detecta la inclinación que debe mostrar la cerveza, e incluso si agitamos el móvil, para generar espuma. Algo que no sorprende en la actualidad, pero que cuando salió el iPhone original resultaba muy llamativo.
La idea fue de Steve Sheraton, que realmente era mago profesional, pero ya había experimentado con apps, como una que simulaba tomar un café en un móvil Palm Pilot. Utilizar cerveza resultaba más divertido, y con la gran pantalla del iPhone se veía mejor.
Antes de que abriera la App Store, ya vendía vídeos a 2,99 dólares que simulaban beber cerveza en el móvil, si bien no eran interactivos, así que exigían sincronizarnos. Sheraton también había creado efectos especiales en el pasado, así que el resultado era muy vistoso.
La sorpresa es que la propia Apple quería tener iBeer en la tienda de apps, y contactó con Sheraton. iBeer era muy viral, y ayudaba a mostrar que las capacidades del iPhone iban mucho más allá que los demás móviles de la época.
La aplicación de beber cerveza se lanzó por 2,99 dólares en su momento, y su creador llegó a ingresar entre 10.000 y 20.000 dólares al día por las descargas. Actualmente iBeer es gratis, genera los ingresos con anuncios, pero se puede pagar para cambiar la bebida por leche, refrescos, o vino, entre otras.
Sheraton se hizo millonario, y su caro tren de vida ayudó a popularizar más iBeer. Sin embargo, ahora reconoce que las cosas no iban tan bien como parecía: en esa época era alcohólico, y gastaba el dinero que obtenía en lujos innecesarios.
Incluso inició una batalla legal con iPint, otra app que imitaba su idea de beber cerveza con el iPhone. Actualmente ya no trabaja directamente en iBeer, y ha cedido los derechos a Hottrix. La empresa de Sheraton fue la que gestionó todo su éxito, pero su fundador ya no interviene directamente.
Al contrario, el estadounidense se ha mudado a pueblo pequeño en España, y tampoco ya actúa como mago profesional. Se dedica a desarrollar apps para magos, un nicho pequeño donde resulta muy poco probable que vuelva a conseguir grandes totales.
La historia de iBeer demuestra el potencial y los riesgos de una buena idea, algo tan sencillo como beber cerveza en el móvil hizo millonario a su creador, pero no le ayudó demasiado en su vida personal.
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Vía: Mel
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