Renuncié a los exclusivos de PlayStation 5 y no me arrepiento: así he ahorrado 1.000 euros gracias a Game Pass
Las atractivas exclusivas de PlayStation 5 son su arma más potente en la "guerra de consolas" de esta generación, pero la alternativa de Game Pass ofrece una sorprendente relación calidad-precio que le da mucho sentido a las Xbox Series X y S.
Tras mi review de Xbox Series X en 2020 tuve claro que sería mi máquina principal por potencia, su práctico sistema operativo y extras como el gaming en la nube. Microsoft no tendría exclusivas tan atractivas como las de Sony, pero me ofrecía mucho entretenimiento de calidad por menos dinero.
No soy nada aficionado al formato físico, y un vistazo a mi biblioteca digital de Nintendo Switch me hizo decidirme. Alberga cientos y cientos de euros en juegos que es muy poco probable que nunca vuelva a abrir, incluso aquellos que más disfruté.
Xbox Game Pass ofrece un gran catálogo a un coste muy ajustado, incluyendo todos los nuevos lanzamientos de Microsoft, y títulos de otras editoras que van rotando. La versión estándar de Game Pass en consola sale por solo 10,99 €/mes, que al año suman alrededor de 120 €.
Es decir, menos de lo que cuestan dos nuevos lanzamientos si los compramos de manera estándar. Claro que con Game Pass perdemos el acceso si nos damos de baja, y no podemos revender los juegos como en el formato físico, algo que tampoco pensaba hacer.
En mi caso, preferí Game Pass Ultimate, que cuesta 15,99 €/mes (en 2020 eran 12,99 €/mes) y añade acceso al catálogo de Game Pass en PC, de EA Play en consola, el juego en la nube y el multijugador online, antes denominado Live Gold.
Tras un período de más de tres años y medio con Xbox Series X, mi balance del aprovechamiento de la suscripción es el siguiente:
- 18 juegos indies (sobre 25 € cada uno) salen a 450 €.
- 16 juegos triple A (sobre 70 € cada uno) salen a 1.120 €.
Es decir, un valor de 1.570 € en juegos, si bien es un cálculo complicado. Los juegos de editoras externas a Microsoft llegan muchos meses o hasta años tras el lanzamiento, cuando ya han sido rebajados. Por otro lado, no pocos juegos salen actualmente por 80 € en un primer momento, sobre todo en PlayStation 5.
Desde noviembre de 2020, cuando se lanzó Xbox Series X, he gastado 564 € en la suscripción a Game Pass, considerando el precio inicial y el posterior a la subida.
Es decir, el ahorro sería de 1.006 € frente a comprar los juegos. Los videojuegos son una afición cara, y Game Pass los vuelve más asequible, manteniendo una calidad más que destacable. No he jugado a lo que prefería en todo momento, pero sí a títulos de alta calidad que me atraían.
Adicionalmente, en mi lista hay 27 juegos adicionales que no he llegado a terminar, y no he contabilizado. En realidad, es una ventaja clave de Game Pass, pues nos permite descargar títulos por mera curiosidad, que en algunos casos dejaremos tras un par de horas, pero en otros pueden suponer toda una revelación.
Juegos cuyo enfoque roguelike me echaba para atrás, como Hades o Tunic, se han convertido en algunos de mis favoritos de esta generación. Un título tan poco destacado como Immortals Fenyx Rising se acabó convirtiendo en un pozo de horas tras "engancharme", y probé conceptos tan experimentales como Unpacking, donde solo abrimos cajas de mudanzas.
Entre estos juegos sin terminar hay muchos que descargué para echar unas partidas con amigos, algo que tiene un gran valor. Mortal Kombat 11, Broforce o Lego Star Wars nunca los hubiera comprado, pero en multijugador local son realmente divertidos.
Game Pass condiciona mi forma de jugar, pero no es tan malo
Es evidente que he echado en falta muchas grandes novedades, que han tardado en incorporarse a Game Pass, o quizá nunca lo hagan. Por ejemplo, los últimos Resident Evil y Assassin's Creed tardan en llegar, aún no hemos recibido Cyberpunk 2077, y sagas como FIFA se lanzan siempre con retraso (a través de EA Play, que exige Game Pass Ultimate).
Por otro lado, Game Pass es un verdadero festín para los aficionados a los indies, y no me arrepiento de haber ido dejando los triple A de lado frente a las pequeñas producciones. Propuestas que no exigen tantas horas, con ideas originales y arriesgadas, en vez de enormes mundos abiertos y gráficos punteros.
Sin Game Pass quizá nunca hubiera dado una oportunidad a verdaderas joyas, como Tunic, Unpacking, Cocoon, Sea of Stars o Firewatch. Lo mejor es que muchos de estos títulos se estrenaron en Game Pass desde el primer día, pues Microsoft suele apoyar a los pequeños creadores.
Volviendo al tema principal del artículo, he echado en falta sagas como God of War, Horizon, Spider-Man, The Last of Us o Final Fantasy. Sin olvidar otros "pesos pesados" como Gran Turismo o Death Stranding, que confirman que para Sony trabajan algunos de los mejores estudios del mundo.
Pese a la brutal inversión de Microsoft comprando estudios, las exclusivas de Xbox en esta generación no están la altura. Dos "vendeconsolas" como Halo Infinite o Starfield no han cumplido expectativas, Redfall fue un completo desastre, y solo la saga Forza ha mantenido el listón alto.
Hemos recibido producciones más pequeñas que son interesantes como Grounded o Pentiment, junto a decepciones como Scorn o The Gunk. Las inversiones de Microsoft deberían fructificar en "bombazos" como Hellblade 2, Awoved, Everwild, el reboot de Perfect Dark o el nuevo Indiana Jones, pero por ahora son promesas.
Aconsejaría Game Pass, pero no a todo el mundo
Mi experiencia con Xbox Series X junto a Game Pass ha sido muy satisfactoria desde 2020, y acorde a mis expectativas. Ya sabía que echaría en falta algunos juegos, pero el considerable ahorro y la facilidad para probar nuevos títulos lo han compensado.
Tengo claro que no recomendaría Game Pass a un gamer apasionado con un alto presupuesto y mucho tiempo para jugar, o en todo caso lo haría solo por las exclusivas de Microsoft. No ofrece la mejor experiencia en el gaming, pues retrasa o impide disfrutar de muchos lanzamientos atractivos.
En cambio, Game Pass es perfecto para el aficionado que juega bastante, pero con límites de tiempo y dinero. Al que quizá le apetezca hacerse con las últimas novedades, pero le duele gastar más de 70 € por cada una, y a veces no puede aprovecharlas al máximo por falta de horas.
Desde luego, mi Xbox Series X con Game Pass ha sido un acierto, y creo que dejar de lado las exclusivas de PlayStation 5 ha sido la decisión correcta, que me ha ofrecido más diversión por menos dinero.
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